Esto puso el tono para nuestra interacción. Si hacía cualquier cosa en terapia sin estar consciente de ello, lo cual fuese de alguna forma para mi propio beneficio, de inmediato lo notaba y lo señalaba.
Siempre estaba feliz de examinar sus críticas y preocupaciones. Reconocería la validez de estas, reconocería cuando no estaba consciente de mi propio interés, y hablaría explícitamente sobre ello.
En Gestalt, como una terapia de dialogo, es esencial estar dispuesto a ir a lugares en los que no iría conscientemente. Esto pasa con los terapeutas también. La mayoría de los clientes no lo notan, pero algunos están bastante atentos a esto. Esto es realmente algo bastante positivo para la terapia.
Pero significa que como terapeuta debo estar dispuesto a no estar defensivo, a buscar la verdad en las preocupaciones de los clientes, temores y acusaciones. Esto no solamente solventa la situación, también provee una experiencia reparadora para el cliente. Y como terapeuta, también aprendo algo sobre a donde me dirijo cuando no estoy consciente –soy confrontado. Es también una oportunidad para reconocer mi propio interés, y dónde y cómo puedo esconder esto en el pretexto de "ayudar"
Pequeñas cosas son notables aquí –mi tono de voz, lo rápido que hablo, en lo que decido enfocarme. Con clientes como Martin es necesario estar consciente de mi dinámica tanto como la de él.
Es fácil como terapeuta enfocarse en el cliente, en lo que hacen, en su proceso. Pero es más difícil enfocarse en el nuestro. Y aún más difícil cuando el cliente está consciente de mi proceso, pero yo no lo estoy. Hay potencial de sentir pena por uno mismo, pero me muevo más allá de esto al adoptar una actitud de bienvenida hacia toda retroalimentación y crítica, y siempre listo para buscar la verdad en ello, y admitirla.
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