Contó historia tras historia sobre cómo la gente no la apreciaba, como la rechazaban, y lo dolorosa que era su existencia.
Me encontré a mi mismo sintiéndome más y más irritado a medida que la escuchaba. En vez de sentirme amable o interesado, solo quería alejarme de ella –rechazarla. Me sentí incomodo e inquieto.
Le dije, "Adelle, ahora mismo esto no está funcionando. Tus historias me están alejando de ti en vez de acercarme. Me encuentro a mi mismo frustrado y sin querer escuchar. Necesito que dejes de "hablar sobre eso" y simplemente estés presente conmigo por un momento"
Se detuvo, pero estaba muy nerviosa, no estaba mirando hacia mi (había estado mirando a su alrededor todo el tiempo que estuvo hablando también), y estaba claramente angustiada. Sin embargo, no era una angustia con la que me pudiera conectar.
Así que entre en una voz autoritaria. Le dije: "Adelle, tienes una vida difícil. No estás conectada con las personas. Incluso me estás perdiendo a mí. Por favor, ven al presente, mírame, y conectémonos ahora. Yo estoy dispuesto, pero necesito que tu también estés dispuesta"
Ella comenzó a protestar, pero le pedí que dejara de hablar. Necesitaba realmente atrapar su atención. Estaba tan envuelta en su historia de desesperación.
Se detuvo, y me miró nerviosamente. Le hablé suavemente, reconociendo como estaba comenzando a conectar con ella, y la invité a hacer lo mismo. Le costó, pero fue capaz de hacerlo hasta cierto grado. A medida que la sentí venir al presente, fui capaz de ser más suave, y se lo dije. Le señalé que independientemente de lo que pasara en su vida, en este momento estábamos conectados, y estaba disponible para ella. Ella lentamente tomó esto, aunque extrañamente, casi de mala gana.
A veces las personas están tan encerradas en sus historias y están reticentes a experimentar algo diferente, aún cuando eso anhelan. A veces toma suficiente energía, junto con una intervención muy directa, encontrar un camino entre "la neblina" de su propia historia.
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